sábado, 17 de diciembre de 2011

En el umbral


Sus dedos de pluma
-la puerta entornada-
aletean al aire
por si hubiera agua;
en Sol bautizados
vuelven a la casa.

Abierta la puerta,

su nariz escapa;
hociquea el aire
y no encuentra nada
entre los aromas
capaz de alarmarla.

Ojos entornados

sacan de la casa
penumbras calientes
y puertas cerradas;
la noche les hunde
luces como lanzas;

no, no sienten miedo,

no les amenazan
los destellos blancos
ni las sombras largas
ni el fugaz desfile
de serenas manchas.

En el interior

se abren como playas
sus lacios oídos
a una mar en calma;
el roncar del viento
mece la ventana.

Más allá del aire,

la mar traspasada,
detrás de la noche,
el silencio acaba.
Una nauseabunda
lluvia se desata.

Su boca sin líneas,

su cráneo sin cara,
sus brazos hendidos,
sus piernas taladas,
del umbral de mármol
vuelven a la casa.


© Ramón Ataz2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario