A Pilar Morte
No son algas, son cabellos, primicias de los peces.
Contad nuestras cabezas,
somos bosques a punto de nacer, cientos de bosques
cuyos caminos, seguro, se entrecruzan;
troncos recientes creciendo y retorciéndose,
distanciándose deprisa del letargo.
Contad nuestras cabezas, son millones
de copas desde el aire, contadlas, no creáis
que entre todas poseen un solo cuello
y callad,
oíd ese tambor de levaduras.
A vuestros truenos opongo mi sordera,
a vuestros golpes el cuarzo
que espontáneo le ha brotado a mis arterias.
Resistimos, en raudal os resistimos,
porque el viento es nuestro, es nuestro el licor de los sarmientos,
nuestro el olor, es nuestro el trigo.
Ya no os escucho.
Quizá os descompongáis como las rocas
cubiertas por el mar, quizá la grava
filtrada a mi sandalia os pertenezca.
Ya no os recuerdo,
porque hay guitarras cantando nuestra vida.
Oh, memoria, apártate de mí, no vuelvas nunca
a distraernos del vino y derramarlo,
yace, reposa.
Que sean los muchachos los que luego,
al terminar la fiesta, te despierten.
© Ramón Ataz